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sábado, 17 de abril de 2010

La pareja de directores Dunia Ayaso y Félix Sabroso dan un salto de calidad con La isla interior.





Por fin se estrenó la película que los amantes del cine español tanto esperábamos. Rodada acto seguido de Los años desnudos y guardada durante más de un año a la espera de una buena fecha para su estreno, La isla interior cuenta con menos presupuesto pero mucha más originalidad.

La película parte del reencuentro de una familia tras un intento de suicidio por parte de su padre esquizofrénico, haciendo una gran reflexión del miedo a aquello que podemos heredar, de la lucha por sobrevivir a la carga que arrastramos de nuestro origen, de nuestra educación… y de nuestros padres. En este melodrama los directores han sabido controlar la estructura trágica que fortalece la definición de los personajes y de sus conflictos.

Los personajes protagonistas están rigurosamente presentados en el primer acto de la película. Oscilan desde Martín (Alberto San Juan), que es el que está claramente más afectado por la esquizofrenia, a Coral (Candela Peña) la cual sin sufrir la enfermedad, termina siendo la más traumatizada de la familia. Entre medias se sitúa Gracia (Cristina Marcos), actriz de televisión cuyo embarazo se ve alterado por culpa de brotes psicóticos.
Estos tres personajes se mueven siempre bajo la mirada y aprobación de sus padres: Victoria (Geraldine Chaplin), que es incapaz de gritar su dolor, y Juan (Celso Bugallo), que morirá dejando a su familia a la deriva en un contundente plano final.

Las interpretaciones de los más jóvenes están a la altura. Destacable en especial Alberto San Juan, que se mete con naturalidad en su personaje y lo hace creíble sin recurrir a la sobreactuación en que suelen caer los actores cuando interpretan a personajes con problemas mentales. Por otro lado, Candela Peña y Cristina Marcos básicamente tiran de sus registros habituales.
Lamentablemente, los dos personajes ancianos no están a la altura del resto del elenco protagonista. Geraldine Chaplin sólo comunica en su desgarro final lo que realmente siente. Se esperaba más de un papel de madre que ve a sus hijos marcados para siempre por los genes y por la educación que ella y su marido les han dado. Celso Bugallo, por su lado, no tiene ni la presencia ni el peso actoral que el personaje de Juan demandaba.

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